El peor día de mi vida
¿Qué puede hacer un niño al enterarse que debe convertirse en el hombre
de la casa? La catarsis de perder a un familiar sepulta el alma, y abre los
ojos.
Los pequeños susurros que tenían mis padres a veces
para que yo no escuchara, las constantes visitas del médico a la casa, y
varios meses aleatorios sin ver a mi padre. Todas estas cosas debieron
advertirme sobre algo grave, jamás pensé lo peor hasta que paso.
Terminé de entrenar fútbol en la cancha principal de la
escuela Eugenio Espejo, como cualquier viernes. En aquel entonces, a mis ocho
años, tenía una gran predilección por ser el mejor delantero y número diez de
la selección de mi escuela. Me esforzaba mucho. Fue un buen día. Salí
temprano de clases. Marqué muchos goles, y para rematar mi madre vino a verme
entrenar con un vestido de gala muy bonito color negro. También estaba
acompañada de mi abuelita y mi tío. Todos enternados. ¿Qué no tenían que
trabajar?
Decidí que, antes de ir a recoger todas mis cosas en el
camerino, primero iría a saludar a toda mi familia que con gran gusto había
venido a verme. El primero en saludarme fue mi tío Geovanny. –Eres fuerte
muchacho- La segunda mi madre, me abrazó y al instante sentí que sus lágrimas
caían sobre mi hombro derecho. Supuse que le llenó de orgullo que sea el
mejor de la selección de fútbol. Tal vez, un día me convertiría en un gran
futbolista. Me agarró de las manos y me hizo sentarme en sus piernas. ¡Que
vergüenza, todos me estaban viendo! – Mijito, papito murió. -
Me comenzó a doler la cabeza, las manos, los pies, mis
ojos. No podía ni siquiera pararme. No quería ser huérfano, no quería crecer
sin un papá, no quería que mi madre llore, no quería perder la familia que había
tenido hasta hace unos momentos. Pero, sobre todo, no quería que mamá se
quede sola. Sufrí un mini desmayo, cuando desperté ya estaba saliendo de mi
escuela y mi abuela me estaba poniendo los pantalones para que no solo me
quedé con la pantaloneta de la selección. –Hace mucho frio mijito-
Si debo ser completamente sincero, debo decir que no
recuerdo muy bien que fue lo que pasó después de eso. Las cosas pasaron tan
rápido que un niño de tan corta edad no podía asimilar aún. Visitamos a mi
madrina, nos encontramos con un abogado, me compraron ropa negra, comí en un
restaurante caro, me subí en varios automóviles de lujo, conocí al alcalde,
saludé con el mejor amigo de mi padre, y hasta intentaron tomarme fotos
varios medios de comunicación, mi mamá no les dejó.
Escrito por: Juan Pablo
Carrera
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