La pelea de la “minoría”
Memorias de la lucha de octubre
Era una masa de gente en las calles del Centro Histórico de Quito. Los ojos llenos de lágrimas y con un espíritu de rebeldía.
Muchas de las personas
recuerdan a las protestas de octubre del anterior año dentro de diferentes contextos.
Pero coincidiremos que aquellos que estuvimos en píe de lucha en el
Centro Histórico de Quito vivimos uno de los panoramas menos esperados de
nuestras vidas.
Fue el jueves 10, un día más de lucha del pueblo ecuatoriano. Entonces
preparaba mi mochila con toda la implementación necesaria para un día más de
protesta. Preparado para los métodos de represión que la policía aplicaba sobre
los manifestantes, tenía un gran pánico sobre qué sucedería cada día que salía,
y cada día era diferente. Con mis hermanos nos trasladamos en el automóvil
hasta donde avanzamos. Esquivando los cierres de vías. Dejamos el carro en el trabajo de nuestro padre. Llegamos en Ecovía hasta El Ejido, y después caminamos hasta el centro.
Dentro de las calles del Centro Histórico de Quito, estaba esa
cortina de humo, picaban los ojos, las lágrimas brotaban, quemaba la
garganta, producto del gas lacrimógeno. Ya pasado el mediodía, al final de
la calle Venezuela, empezaron a transitar motos y uniformados conjuntos con un
trucutú. “Todos preparados”. “Ya viene el trucutú”. “Arrechos, arrechos con
todo”, se escuchaba en la masa. “Pilas, atentos a todo”, les dije a mis hermanos.
Empezó una terrible sucesión de bombas que llegaban e impactaban en las
paredes, también en los cuerpos de varias personas. No dieron tregua. Gritaban horrorizados, ahogándose y llorando. Un medio televisivo español
que estaba metido allí se escondió en una casa. Entonces un grupo buscó las
bombas y trataban de devolverlas, dos heridos de impacto se los llevaron de
urgencia los médicos alumnos. Bajó hacia nosotros el trucutú. Listo para
agredirnos y los motorizados para atraparnos. La multitud incluyéndome empezó a
lanzar lo que teníamos, pero tuvimos que retroceder. Entonces a mi alrededor ya
no estaban mis hermanos, nos separamos, corríamos muchas personas en dirección
de la Basílica, escuchaba claramente las motos detrás de mí. Llegando a la
Basílica todos empezaron descansar, a recuperarse, pero, por todas las calles
aparecieron policías, todos, buscamos refugio. Por suerte una amiga vivía cerca
de la Basílica, entonces la llame de inmediato, y me dijo que: si estaba ahí.
Rápidamente y sigilosamente me fui corriendo donde ella. Una vez donde ella
tenía que asegurar que mis hermanos no fueran atrapados. Los llame y los dos
estaban bien, mi un hermano llegó a el Ejido, y el otro estaba guerreando por
el parque Alameda.
Pase la tarde
y la noche en esa casa, estaba muy agotado, con dolor de todo, en especial la
cabeza por la cantidad de gas inhalado, fue un día peculiar ni uno de los otros días salí corriendo como en
aquella ocasión. (Fuente: Elvis Castellanos)
FRASES:
“Entonces vino hacia nosotros el trucutú, listo para
agredirnos y los motorizados para atraparnos.”
Dato:
“Trucutú es un carro blindado de la policía,
es un auto anti motines, puede lanzar proyectiles, como bombas, también un
chorro potente de agua.” Autor: Luis Castellanos
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