Pasar de estar en fiestas a cambiar pañales es un cambio difícil
¡Nadie enseña a ser mamá!
Cuando dan la noticia de que vas a ser mamá miles de pensamientos pasan por tu mente; aún más si eres una chica de 19 años que no se lo esperaba.
Recibí
la noticia junto con mi mamá, ella me vio, y no pudo disimular la decepción
en su rostro. Mi cuerpo se inundó de miedo, ira, tristeza. Era como si todos
los recuerdos corrieran por mi mente, pensaba que mi vida acabo ahí, me iban
a rechazar, mis amigos, mi familia, en sí todos mis conocidos. No era fácil
imaginarme con un bebé en brazos, y más fuerte aún era el hecho de que iba a
estar sola, pues con el papá de la bebé ya no estábamos juntos hace un
tiempo.
No voy
a negar que alguna vez se pasó por la mente interrumpir el embarazo, pero
nunca fui capaz, en mí estaba una vida que yo misma cree y tenía que hacerme
responsable. El transcurso de los meses que me restaban de embarazo fueron
muy duros; me encerré en mi mundo, me aleje de muchas personas. Para mi
seguía siendo complicado enfrentarme con mi familia pese a que poco a poco ellos
fueron asimilándolo y apoyándome. Mis salidas ya no eran a bailar, ni tomar,
ni disfrutar con mis amigos, todo eso fue reemplazado por salir a realizarme
los ecos, comprar vitaminas, ropa de bebé, leches, cuna, andador, etc.
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Cuando
Emi nació mi corazón se llenó de una felicidad especial. No sabría como
describirlo. Creo que solo las madres entenderán de que hablo. Pero también
me llene de preguntas y miedo, un miedo de enfrentarme a cómo ser una buena
madre, cómo guiarla y cómo ser mejor para ella.
Ha
pasado un año y dos meses desde que la vi por primera vez, ha sido un tiempo
de adaptabilidad y mucho crecimiento para mí. Mis padres me han sabido apoyar
en todo, en los estudios, en el cuidado de mi hija y nunca me han dejado
sola.
Ser mamá me ha cambiado la vida, pero ver su sonrisa y cada avance que ella realiza, es una recompensa y un impulso para seguir adelante y más fuerte.
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