miércoles, 19 de febrero de 2020

TESTIMONIO - No puedo llorar, supongo que es un trauma que dejó su partida

Mi papá ya no estaba, falleció

No recuerdo si fue un sábado o un domingo pero fue un 7 de abril a la 1:23 de la madrugada.

Tres días antes había perdido mi celular. Él solía regañarme por no cuidar mis cosas, sin embargo, esta vez fue diferente: al contarle lo sucedido, no tomó importancia, solo me dio un tierno beso en mi frente y agradecía porque yo me encontrase bien.

Aunque estaba de viaje, él siempre preguntaba por mí. Yo lo recuerdo como si hubiese sido ayer; para mí no ha pasado ni un segundo desde el momento en que mi él falleció. Recuerdo todos los días de sufrimiento que he tenido hasta hoy. Claro, puedo estar riendo, puedo estar feliz, pero por dentro algo se acabó en mí, algo pereció, algo se fue con mi papá. 

No tuvo la culpa: el camión perdió pista y chocó contra un poste de alta tensión. El accidente fue muy cerca de mi casa. Según las pericias médico legales ocurrió porque el camino estaba mojado. No escuchamos ningún  golpe, pero un taxista llegó a nuestra casa desesperado, tocaba la puerta y gritaba. Llovía, caía un torrente aguacero.

Yo no sabía nada, estaba dormida. Me desperté a la 1:50 de la mañana por el desespero de mi hermano que jalaba de mi buzo bruscamente.
-Ñaña, ñaña, nos dejó. Mi papá se fue.
Yo asumía que mi hermano estaba borracho.
-Mi papi se murió.
¡No lo podía digerir! las noticias así te pueden matar, te puede dar un infarto.

Entró mi madre con un semblante que te dice que algo en verdad está pasando. Ella no hubiese querido que yo me enterara de esa forma pues era muy cercana a él, muchas veces le decía a mi papá si algo te pasa a ti, yo me muero atrás tuyo, porque te amo tanto.
En ese momento fue como si alguien hubiera abierto el grifo de lágrimas, pero después no podía llorar, estaba en un estado catatónico, ni siquiera podía hablar.
Como hija mayor, tenía que hacerme cargo de todo el trámite: sacar los papeles… reconocer los cuerpos, preparar los funerales.

Es increíble ver como esa persona que trabajó tanto tiempo, que luchó por ti, que te crió, que te cuidó, que fue tu héroe… esas manos que viste deshacerte para que tú te hagas, siempre, ya no estaban. Solamente estaba el cuerpo, no la persona. Yo lo abracé, pensaba que solo estaba en un sueño, trataba de decirle que salga de ahí. Era imposible que él me haga caso, mi papá ya no estaba.

Te das cuenta que cualquier problema que tengas en la vida no es tan grave como el de perder a un papá. El dolor es inconmensurable, es profundo. Cuando están en los féretros es verdad que ya no hay vuelta atrás, que la persona ya no va a regresar. Para mí fue el momento más fuerte y crítico cuando los sacaron de medicina forense, para mi madre y mis hermanos, cuando metían los féretros en los nichos.
¡Ya recuerdo! fue un domingo 7 cuando él falleció.

Mi hermano nunca viajaba con mi padre, sin embargo, esa fatídica madrugada le dijo:
-Papi, ¿Te puedo acompañar?
Él asintió, no tuvo reparo en acoger su pedido. El accidente fue a la 1:20, mi papá tuvo minutos de agonía, Santiago, mi hermano menor, había muerto de contado. Ya no estaban ambos.
He cambiado. He madurado. Yo era bastante infantil cuando mi papá estaba por que tenía la seguridad de que él iba a ser eterno para mí porque lo veía como un Dios. Era mi todo.

DATO:

1:20 AM accidente y fallecimiento de Santiago.
1:23 AM fallecimiento del padre.

FRASES:
“Tú ves a tu papa como un Dios, tu todo”. 
“Esas noticias así te pueden matar, te pueden dar un infarto”.
“Muchas veces le decía a mi papá si algo te pasa a ti, yo me muero atrás tuyo, porque te amo tanto”.


CRÉDITO: Pamela Benalcázar. 

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