A flor de
piel
Conociendo a Kevin
Cabascango
Él es un
joven que nació el 18 de enero de 1997. Tiene 23 años y, desde pequeño aprendió
el valor de la vida. Su historia es, realmente, de lucha, sacrificio y de
seguir siempre adelante.
No
es un héroe, no es famoso, no ha sido el presidente de una nación, pero es un
hombre que, a pesar de los duros golpes que le ha dado la vida, se mantiene de
pie y está listo para el siguiente round. Su
padre Jorge Cabascango, en sus tiempos de milicia, tenía un destino incierto y
variante. Él, junto a su esposa Elena Cevallos y su familia, recorría largas
distancias porque Jorge era enviado de intercambio debido al oficio tan
impredecible que llevaba. El destino que compete en esta ocasión es la
provincia de Loja, específicamente la parroquia El Sagrario. Un lugar cálido,
que un día de 1997, le daría la bienvenida a un pequeño, quién recibiría el
nombre de Kevin David Cabascango Cevallos.
En
El Sagrario, la familia Cabascango Cevallos, compuesta por una madre, un padre
y tres hijos, vivía en una pequeña villa de militares. Aquí vivieron 3 años y
Kevin vivió muchas experiencias. Él, al ser un niño, se adentraba a la selva
sin preocupación de los peligros y junto a sus hermanos cazaba ranas y
serpientes, luego se las comía. También solía ir a una hacienda la cual tenía
muchos árboles cargados de frutas, pero Kevin prefería comer tomates y
terminaba embarrado en jugo de tomate. Pero a pesar de todas aquellas vivencias,
la familia se vio obligada a migrar nuevamente. En este caso se dirigieron a Gualaquiza,
un lugar caluroso de la Amazonía ecuatoriana, un lugar donde no llegan las carreteras,
la luz eléctrica ni el agua potable. Para llegar aquí es necesario viajar en
canoa, caminar por largo puente colgante, sumergirse en un gran charco de lodo
que llega hasta las rodillas.
Aquí
vivieron dos años. El tiempo aquí le ayudó a Kevin a desarrollarse, pero era
muy complicado. El clima, la humedad y las constantes lluvias hacían de la
selva amazónica, un lugar muy peligroso. Por ejemplo las noches se volvieron un
infierno cuando Elena, madre de Kevin, se enteró que a las casas ingresaban las
culebras y boas. La selva estaba llena de peligros y más para un pequeño, al
igual que en Loja, vivieron experiencias muy bonitas, pero la estadía aquí duró
poco. 23
primaveras han pasado por su vida y desde hace 18 años reside en la provincia de
Pichincha, en el Valle de los Chillos, en el barrio El Colibrí. Un portón café de
madera se abre, rápidamente, y Kevin viste una camisa verde con finos
estampados y unos jeans negros de Lee
que le quedan ajustados, con un gesto amable dice:
-Hola,
buenos días. ¿Cómo estás?-
Su
peinado siempre arreglado que no deja ver ni un cabello fuera, es una de sus
características que más resaltan y que más lo caracteriza, el cabello es lo más
preciado, estéticamente, para Kevin. Por ello, él pasa una hora al día peinándose
y dándole forma.
Siguen
unas cejas perfectas que enmarcan los ojos cafés titilantes como almendras, una
nariz perfilada igual a la de su hermano, pómulos marcados, ojeras pequeñas
(una de ellas adornada por la cultura juvenil de los piercings). Sus labios serios como un mar en calma y todos
estos elementos conforman su rostro ovalado, casi perfecto. De tez castaño
claro, con una altura que no supera el 1 metro 72 centímetros, un tatuaje en
forma de reloj y brújula que plasma los propósitos de su vida, pulseras con significados
familiares y amorosos. Un
anillo de graduación, un reloj de plata, una cadena de la virgen que le
recuerda a su madre y a su padre, artículos como una gorra, lentes y una
pulsera de tobillo son algunos de sus tantos accesorios que Kevin ha ido
adaptado a su cuerpo con el paso de los años.
-Por
favor, ¡pasa, estás en tu casa!-
La
familia Cabascango Cevallos es dueña de la propiedad y la compraron para
establecerse y tener un hogar seguro, pues los días de su padre como militar,
tras treinta años de servicio, habían terminado. La casa de Kevin Cabascango
tiene un piso de altura, cuatro cuartos, un pasillo largo adornado con pinturas
de artesanías otavaleñas, un retrato de sus abuelos: Miguel y Rosa Elena y un
espejo al fondo. De
inmediato sobresale una gran sala con muebles blanco-anaranjados, en la esquina
principal un mini bar de madera con una gran colección de licores y tequilas de
todo tipo. Adornos aquí, adornos allá y recuerdos que la familia ha ido
coleccionando con los años. En la pared salta a la vista una gran fotografía de
Kevin cuando cumplía su primer año de edad. De la misma manera, un equipo de sonido
toca la canción Lost on you - de
Laura Pergolizzi, cantante y compositora estadounidense, más conocida como LP-,
y un aroma a lavanda que da ambiente al lugar.
En
este lugar tan acogedor, su madre Elena Cevallos, con una alegría inmensa y lágrimas
en los ojos, comenta:
- Yo me sentí muy
contenta cuando supe que estaba embarazada de mi tercer hijo, pero también pasé
momentos difíciles, ya que cuando estaba por dar a luz el parto se complicó
mucho y posteriormente Kevin, a sus nueve meses de vida sufrió mucho tras
contraer convulsiones febriles y tuvo que recibir medicación durante cinco
años. Gracias a Dios esto no dejó secuelas y mi hijo se desarrolló como un niño
normal.
Sin
embargo, doce años después de aquellas convulsiones, sucedió algo inesperado y
que cambiaría la vida a Kevin y su familia.
-
Eran aproximadamente las 11: 30 de la mañana, aquel día
discutí con mi hijo porque él había ocultado malas calificaciones. Kevin salió
disgustado de la casa y yo debía salir a un cita médica. Pero, 15 minutos
después una vecina me llamó a la puerta, salí y recibí una noticia que acabó
con mi mundo. Yo sentí que lo había perdido todo. La noticia era que mi hijo
había sido atropellado por un bus y su cuerpo se encontraba arrojado en la
carretera. Comentó
Elena Cevallos
Tras
este suceso, la parte más afectada, físicamente, fue el pie izquierdo y Kevin
estuvo a punto de ser amputado el pie. Pero, con paciencia, esperanza, ocho
meses de recuperación y muchas ganas, Kevin salió adelante y volvió a caminar. Este
suceso si dejó una secuela en su pie y en su vida, pero este hecho ayudó a que
él vea de otra manera la vida y que la apreciara mucho más. Han
pasado doce años desde aquel suceso y hoy en día Kevin se considera como una
persona alegre, responsable, con ganas de salir adelante, aunque también se ha
forjado su carácter fuerte, orgulloso, testarudo.
Sin
embargo durante estos 23 años, Kevin ha ido conociendo muchas personas entre
amigos, enemigos, amores y desamores. Algunos de ellos ya no los ha vuelta ver
y otros se han mantenido cerca y estos se han convertido en amigos fieles. Uno
de ellos, Kevin Renato Oña, comentó sobre su amistad:
- Bueno, yo tengo
10 años de amistad con Kevin, lo conocí cuando estudiábamos en el Colegio Juan
de Salinas, un colegio fiscal del Valle de los Chillos. Cuando lo conocí él era
una persona carismática, chévere, alegre, buena gente. En algún momento tuvimos
un problema por una chica y tuvimos algunos roses, pero nada llegó a más. Yo
creo que hemos conservado tanto tiempo nuestra amistad porque las personas que
son buenos amigos se les debe llevar siempre presentes y conservar la amistad.
Kevin actualmente me parece una persona confiable, responsable, estudiosa y
siempre está para ayudarme cuando le necesito.
La
meta actual de Kevin es terminar su carrera, ejercer su profesión y ser un
orgullo para su familia y para él mismo. En un futuro, a pesar de las críticas
de su padre, él se ve en un trabajo que le ayude a tener experiencia y así
poder abrirse paso en el mundo de la comunicación y mejorar. Él ha aprendido lo
valiosa que es la vida, que es importante seguir los consejos de sus padres y a
no juzgar a las personas por su apariencia sino ser más abierto y social.
- Estoy contento
con mi vida y no cambiaría nada de ella, pues tengo a mi familia, estoy
estudiando la carrera de Comunicación Social en la Universidad Central, tengo a
mis amigos, a mi novia y a pesar de las altas y bajas no cambiaría nada pues
ellos hacen que mi vida –aunque no sea perfecta- sea más agradable.
Con estas
palabras, Kevin concluye una de las entrevistas realizadas y esto es algo que
se nota a simple vista pues su sonrisa alegre y sus ojos risueños hablan por sí
solos. Aún le falta un largo camino por recorrer, pero con su esfuerzo y el
apoyo de cada persona que le rodea, él logrará todo lo que se ha propuesto.
FRASES:
“Por
malos entendidos tuve enfrentamientos con amigos y los perdí”.
“Estoy
conforme con mi vida, con lo tengo, con lo que he hecho”.
“El
momento más difícil de mi vida fue cuando pensé nunca más volvería a caminar”.
AUTORA: ZULEY LOOR
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