Eduardo,dueño del camino pero no
de su vida
Después de arduo trabajo parece que su descanso llegará.
Tiene muchas canas y poca paciencia. Pareciera que los años no hay
pasado en vano pero las huellas del tiempo se ven reflejadas en sus arrugas. Su
semblante es firme y su orgullo más alto que cualquier persona de este mundo.
Firmeza en sus palabras y titubeos cuando se trata de demostrar a amor a sus
cercanos. Así es Eduardo Benalcázar o Don Edguitar para algunos colegas del
volante.
“Estoy solo, siempre he
estado solo” a lo mejor lo dice por querer reprocharle a la vida por que tuvo
una familia que le dio la espalda desde niño, o tal vez porque tuvo un disgusto
con la familia que él había formado, pero no se da cuenta de lo que tiene a su
lado: su esposa de ojos esmeralda siempre servil a sus imposiciones y sus dos
hijos que presume como un diamante precioso y los da de ejemplo a los padres
que no tuvieron la dicha de criar a sus hijos con responsabilidades y metas a
futuro.
Hasta la fecha, una sola
vez ha tenido la oportunidad de viajar en el avión. Cuando niño esa hazaña no
cabía en su mente tan chica. Vivía en miseria, como la mayoría de gente que
vive de lo que la tierra produce en un pueblo olvidado por Dios. Con pesar
había terminado la escuela, era un mal estudiante pero resaltaba en
matemáticas. No solamente el desánimo
por estudiar prohibían que acabe la escuela, recordaba que su familia sufría
tantas necesidades que incluso no tenían un pan para llevárselo a la boca, peor
aún un lápiz y un cuaderno para poder anotar lo aprendido en clase. “Tenía que
borrar lo escrito en el año anterior para volver a utilizar el cuaderno” cuenta
amargamente luego de beber una limonada que preparó su esposa.
Es costumbre que los
vecinos se despierten de madrugada al escuchar que prende el motor de su camión
para empezar una nueva jornada laboral. Como la semana pasada, su destino ya
estaba fijado: va con rumbo a San Lorenzo, provincia de Esmeraldas llevando
material de la construcción.
Son 20 años que dedica
su vida al volante. Su profesión de chofer le ha llevado a colapsos nerviosos,
a enfermedades producidas por la falta de la alimentación adecuada, malestares
en su columna y extremidades, incluso hasta el borde de la muerte. Pese a ello
jamás ha pensado en dejar de conducir algún vehículo.
Sus socios y familiares
lo admiran. Es un hombre trabajador en todas sus letras, su esfuerzo y
perseverancia lo han llevado a salir de la pobreza extrema. No obstante,
también tiene enemigos, gente que lo envidia por el éxito que ha llevado a
tener y los bienes que posee.
A veces lo juzgan por
preferir su trabajo antes que su familia. Se ha perdido de momentos importantes
por estar en el camino, dicen que el trabajo puede ser una bendición pero
también el camino a la decadencia.
El coraje de afrontar cualquier tipo de problema lo ha hecho una persona
extrovertida. No le teme a nada, solo a los muertos. Si le preguntan hasta
cuando mantendrá esa vida de trabajo y sacrificio, siempre, sin importar la
hora ni el día, su respuesta es, será y seguirá siendo: “Hasta que mis hijos
tengan una verdadera profesión”. Y después de ello volverá a su vida a sus
raíces: el campo y la siembra.
DATO: Tiene 20 años de chofer profesional.
FRASES:
"Estoy solo, siempre he estado solo".
"Tenía que borrar lo escrito en el año anterior para volver a utilizar el cuaderno".
CRÉDITO: Pamela Benalcázar.
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