Las nuevas generaciones van a la Iglesia Católica
COMUNIDAD OBLATA: Miembros del grupo juvenil
Guiados por la Fe, luego de la Misa dominical. Foto: Eliana Betancourt
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Los jóvenes de la
Basílica del Voto Nacional emprenden en labor de la comunidad.
En una
noche de sábado, en el Barrio San Juan de Quito, un grupo de
adolescentes entrega alimentos a los señores indigentes del
sector. Ellos son personas que duermen en las calles.
Los jóvenes de la Basílica son un grupo que
practican los principios instaurados por el Padre Julio María Matovelle, fundador
de la Congregación de
Misioneros Oblatos de los Corazones Santísimos de Jesús y María, a través de la
ayuda social que brindan, además del cariño a la comunidad.
Desde la Iglesia
Bernandino Briceño, párroco de la Basílica del Voto Nacional, comenta
que el carisma de los Oblatos se basa en un principio rector, que es “todo por
amor de Dios” (Ob amorem Dei). Comenta que el objetivo de la Congregación de Misioneros Oblatos es la
extensión del Reinado Social de Jesucristo bajo la protección del Padre Julio
María Matovelle.
Según el párroco, realizan
misiones a partir de diversas áreas, a través de la participación de la
sociedad junto con la iglesia al servicio de la comunidad, siguiendo los signos
audaces de esperanza, por la vivencia de la caridad y el sacrificio. Fuente: Bernandino
Briceño.
Grupo Guidos por la Fe
Luis Alfonso Mendoza, dirigente
del grupo Guiados por la Fe, señala que esta agrupación trabaja desde hace 14
años y comenta, aunque ha sido difícil mantener este movimiento, la motivación
para continuar es al servicio a Dios y a la comunidad Oblata.
Luis, junto con sus compañeros,
decidió unirse a realizar labor social. Él explica que todas las noches de
domingo después de sus reuniones juveniles y de las planificaciones en función
de la iglesia, salen a los alrededores del templo y comparten un momento ameno
con personas que no tienen hogar y se encuentran en la calle. Expuso que
entregan una taza de chocolate junto con un sánduche y se unen en oración con
el fin de que estas personas puedan sentirse un poco tranquilos ante la
adversidad en la que viven. Fuente: Luis Mendoza.
Volverse más humano
Cynthia Arteaga, integrante del grupo de jóvenes, se acerca a estas
personas que duermen en los exteriores del internado del colegio Mejía,
conversa con ellos y les entrega comida. “Compartir con la gente te llena de
alegría y de una sensación inexplicable, entregar un poquito de esperanza, te
hace ser gran persona”, comenta la joven de 27 años, quien se suma a este
aporte social. Fuente: Cynthia Arteaga.
Pasar desapercibido
Mariana Bedoya, comerciante del barrio San Juan, relata que en los
exteriores del colegio Mejía, en la calle Venezuela pasan la noche helada, un
grupo de indigentes, que intentan hacer un refugio para pasar las horas oscuras
hasta que amanezca. Fuente: Mariana Bedoya.
Andrés Quishpe, persona sin hogar, comenta que hacer refugios todos los
días se ha convertido en una rutina, ingieren alcohol o drogas para aguantar el
frío al que se encuentran expuestos, gracias a personas de buen corazón
logran comer antes de intentar dormir. Quishpe menciona que sienten no ser
tomados en cuenta y lo mismo sucede con las autoridades de este colegio que al
acabar su jornada académica, cierran el establecimiento y no les importa que
será de nosotros. Fuente: Andrés Quishpe.
El grupo Juvenil Guiados por la Fe, lleva 14 años de formación.
Fuente: Dirigente del grupo juvenil, Luis Mendoza.
“Compartir con la gente, te
llena de alegría y de una sensación inexplicable, entregar un
poquito de
esperanza, te hace ser gran persona”.
Fuente: Cynthia Arteaga.
Curso: Cuarto "B".
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